Violencia, desconfianza y corrupción causan la inseguridad en Honduras
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Para hacer frente a la inseguridad que vive el país, "es urgente romper el círculo vicioso que conforman la corrupción, la impunidad, la violencia y desconfianza en las autoridades", subrayó Custodio al inaugurar en Tegucigalpa "La semana de los derechos humanos 2007".
A la ceremonia asistieron el vicepresidente hondureño, Elvin Ernesto Santos, y la presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Vilma Morales, entre otros invitados.
El defensor del pueblo hondureño expresó que son "erróneas" y "sin fundamento jurídico", las afirmaciones de algunos miembros de los cuerpos de seguridad pública cuando dicen que "la defensa y protección de los derechos humanos, sólo favorece a los delincuentes y siempre perjudica a las víctimas del delito".
Esas afirmaciones han causado "una grave confusión entre la población, de ahí la necesidad de exponer algunas razones que le devuelvan la razón a la razón", subrayó.
"La creencia de que la defensa y protección de los derechos humanos beneficia sólo a los delincuentes, lo repito, es falsa, todos, sin distinción, tenemos el mismo derecho para gozar de todos y cada uno de los derechos consagrados en la Constitución de la República de Honduras", acotó Custodio.
En lo que respecta a la justicia, indicó que "debe ser efectiva, pronta y expedita", mientras que "el Ministerio Público, como representante social, debe brindar orientación adecuada y ser una institución eficiente en la protección de la sociedad".
Custodio señaló que es aberrante pensar que una política de seguridad ciudadana pueda consistir en tolerar, por ejemplo, detenciones ilegales o arbitrarias o en desconocer los derechos del detenido o procesado, o de la propia víctima.
"Al contrario -la política de seguridad- debe garantizar un equilibrio entre los derechos del delincuente y los de la víctima, así como con los de la sociedad en general, que espera que el delito sea investigado y sancionado para evitar la impunidad en cualquiera de sus formas", añadió.
Dijo que un alto porcentaje de las quejas presentadas en las comisiones de derechos humanos es de víctimas que han quedado desamparadas ante la impunidad, la inacción o ineficiencia del sistema de procuración y administración de justicia.
Custodio considera que ni la defensa ni la protección de los derechos humanos son un obstáculo para prevenir, combatir y controlar el crimen, y que la impunidad por ineficiencia de la policía también genera violencia.
En Honduras, enfatizó, se requiere el interés del Estado y la sociedad para que la formación del policía se oriente hacia el respeto al orden legal y de los derechos humanos de todas las personas.
También hace falta la dignificación de la actividad policial, porque el policía es un servidor público encargado de la seguridad; la participación de la sociedad en la evaluación de sus necesidades, así como en los planes de seguridad pública y "la adopción, por parte de los cuerpos policiales, de códigos de conducta o de ética".
La semana de los derechos humanos finalizará el próximo 30 de octubre.
A continuacion muestro un video que se relaciona con la inseguridad que hay en Honduras, muestra como arroyan a uno de los manifestantes durante la huelga.
Juventud y Violencia en Honduras
Después de 27 años de gobiernos democráticos en Honduras, la crisis de la seguridad pública presenta un serio riesgo que se evidencia en las actitudes autoritarias detrás de ciertas políticas de control social. El principal componente de la estructura de delito son los delitos contra la vida, la integridad, la libertad y propiedad. Los delitos contra la libertad crecieron en un 300% en las dos últimas décadas, mientras los registros de delitos contra la vida, se estiman en un 500 por ciento en el mismo lapso de tiempo.
Se ha acentuado el desempleo, la exclusión de los centros educativos, de las políticas sociales y la “justiciabilidad” de los derechos económicos, no es efectiva. Todo esto tiene como consecuencia los altos niveles de migración intra y extranacional.
La secuelas de la guerra fría y la bipolaridad ideológica aunada a la impunidad institucional, la proliferación de armas y la continuidad de miembros de los escuadrones de la muerte en las estructuras de seguridad del estado, han contribuido a la construcción de nuevas realidades como la violencia y la criminalidad.
Nos llama la atención que ha medida que disminuye la violencia política, se incrementa la violencia y la criminalidad de carácter común u organizada hasta adquirir niveles alarmantes, que han preocupado a los organismos internacionales. La Organización Mundial de la Salud (OMS), calificó que Honduras era el país con mayores índices de violencia, donde los homicidios superaban la tasa mundial por número de habitantes.
Juventud y violencia
Otro de los problemas de inseguridad que se viven en nuestro pais son las famosas barras de los equipos "La Ultra Fiel" del olimpia y "La Revo" del motagua, aqui les dejo un video que muestra imagenes de una revuelta ocacionada por estas barras, quienes se confrontan con la policia.
La juventud hondureña es parte de este tejido social y constituye un segmento expuesto a la vulnerabilidad y la exclusión. La problemática de la juventud hondureña es multicausal y de diverso tipo y puede asociarse a diversas explicaciones sociológicas, psicológicas, culturales contextuales, económicas, estructurales ideológicas y políticas. Dadas las diferentes causas, también se requiere de estrategias y acciones conjuntas que nos permita abordar con responsabilidad la problemática de la juventud.
La violencia a la que se enfrentan los jóvenes es un fenómeno de naturaleza compleja que expone a todos los sectores independientemente de su posición en la sociedad. La situación que ya era preocupante desde la segunda mitad de los noventa, se ha intensificado en los últimos cinco años.
Especialmente por la extremada simplificación con la que es abordado el fenómeno, que lejos de contribuir a entenderlo, para estar en mejores condiciones de enfrentarlo, contribuyen a su expansión incontrolable.
En este confuso escenario, las jóvenes y los jóvenes son protagonistas centrales, pero no solo porque la sociedad los ha estigmatizado como victimarios sino también y fundamentalmente como víctimas.
Las ejecuciones cometidas contra jóvenes de ambos sexos, especialmente de habitantes de zonas excluidas, han aumentado notoriamente en las últimos años y se ubican en niveles preocupantes, no sólo para los hondureños, sino también para los organismos internacionales como UNICEF, la Organización Mundial de la Salud, La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las Naciones Unidas, que han manifestado sus preocupaciones mediante informes, recomendaciones, exhortaciones y comunicados especiales.
Las acciones implementadas por los dos últimos gobiernos hondureños, se han centrado en políticas represivas que no han dado los resultados esperados, por el contrario han aumentado los problemas.
En lugar de generar cambios en la vocación del crimen se convierte en caldo de cultivo para las políticas hemisféricas lideradas por Washington, que colocan a las jóvenes y a los jóvenes, como eje central del terrorismo internacional.
Estas mismas políticas afirman que las “maras” centroamericanas tienen lazos con grupos de narcotraficantes, con el terrorismo internacional. Así como en el pasado, en el marco de aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional se implementaron medidas represivas, invirtiendo fuertes sumas de dólares para el exterminio, en aquel momento, de jóvenes líderes sociales.
Hoy, con estas mismas prácticas han aumentado los asesinatos, violaciones a la integridad personal, detenciones arbitrarias, malos tratos, torturas, estigmatización y discriminación a que son sometidos los jóvenes hondureños. De ahí que no haya sido casual, la visita de de John Dimitri Negroponte a Honduras en junio de 2008.
El tema de los homicidios y los asesinatos con señales visibles de torturas, afecta a todos los jóvenes de los diferentes estratos, con un impacto mediático en aquellos que viven en zonas urbano marginales.
Estos son publicados con grandes titulares a través de los diarios nacionales-comerciales, con el propósito de aumentar sus ventas y construir una sociedad atemorizada, para fortalecer la “cultura del miedo y el silencio”.
Y así la impunidad se fortalece y los operadores de justicia pasan a segundo plano, porque justifican que no encuentran el sustento suficiente, en los procesos de investigación para la persecución del delito.
Aunado a eso, los factores de riesgo se identifican como prioritarios a la impunidad, por la poca credibilidad en los operadores de justicia, como el Ministerio Público, la Corte Suprema de Justicia y la Secretaría de Seguridad, entre otros.
La presencia de pandillas juveniles y grupos armados al margen de la ley, la proliferación de armas en la población civil y el consumo desmedido de alcohol y otras drogas, son factores determinantes para que la sociedad asuma su propia defensa y se olvide del Estado de Derecho.
En semanas recientes hemos sido testigos obligados del surgimiento de fenómenos nuevos, como el linchamiento de presuntos delincuentes, perpetrados por miembros de las mesas de Seguridad Ciudadana y otro caso del que fuimos testigos, es el de familiares que junto a la comunidad, se opusieran a que parientes víctimas de la violencia, fuesen traslados a una morgue judicial para ser periciados, alegando que esto solo les prolongaba el dolor, les ocasionaba más gastos y que justicia para los pobres, nunca había.
Durante las últimas tres décadas, las políticas de juventud han ocupado un lugar secundario en el orden de las prioridades de las acciones gubernamentales, no sólo desde el punto de vista político, sino también desde el punto de vista de las asignaciones presupuestarias; las cuales aun y cuando han decrecido en términos reales, siempre han sido insuficientes, dada la magnitud de la población juvenil en el país. Esas políticas de juventud han mantenido un enfoque restringido, que se ha limitado a la oferta de actividades para el uso del tiempo libre.
No existen políticas públicas para el desarrollo integral de la juventud en un marco de equidad, participación y transversalidad, así como la inclusión de la diversidad étnica, expresiones culturales y capacidades de las jóvenes y los jóvenes.
La aplicación de políticas exclusivamente represivas para combatir la delincuencia juvenil –como es la Ley "antimaras", tanto desde el punto de vista del respeto a los derechos humanos como desde su pretendida eficacia, aumentó el porcentaje de homicidios, el sistema penitenciario colapsó y las masacres en cárceles, tanto entre bandas rivales como por acción u omisión de las autoridades, se han vuelto reiteradas e intolerables.
Todo esto indica que es necesario prevenir la estigmatización, la criminalización y la represión en contra de nuestra población joven, en donde lo más grave es la carencia de oportunidades para desarrollarse en forma integral.
Violencia y Juventud:
La violencia se ha generalizado como una enfermedad infecciosa a través de todo el país, manifestándose de múltiples formas, desde la agresión intrafamiliar hasta la violencia estructural en el plano económico, político y cultural.
Este fenómeno no es producto del azar, se trata de un proceso que tiende a reproducirse en todas las comunidades en los últimos 15 años, que se ha agudizado día a día, sin que hasta el momento se hayan podido establecer estrategias adecuadas para contenerlo y mucho menos para revertirlo
En los últimos años, este proceso se ha venido manifestando cada vez más entre los jóvenes, especialmente a raíz de la emisión de medidas represivas y de la instrumentalización de las Maras por parte de algunos sectores policiales para beneficio propio.
La magnitud de algunos hechos ha provocado que la prensa los trate en forma sensacionalista, con poca información y se refleja falta de ética en el abordaje del problema.
Esta situación, aunada a la experiencia de la población que ha tenido que enfrentar ya sea como espectador o como víctima la violencia de estos grupos, ha generado una percepción inexacta, porque la ha focalizado solamente hacia los jóvenes, invisibilizando las causas del problema y por lo tanto invisivilizando las soluciones.
Si bien es cierto que la juventud hondureña ha alcanzado niveles elevados de violencia, también es difícil afirmar a cuánto ascienden esos niveles, ya que carecemos de un registro estadístico enfocado a esto aspecto específico.
Por lo tanto se hace necesario que trabajemos para instalar un Observatorio Nacional de Violencia contra la Juventud, que nos pueda arrojar las estadísticas claras.
Los Jóvenes como victimas
Los jóvenes presentan niveles de riesgo superiores a los delitos registrados contra la propiedad u otros análogos. Si analizamos la situación socio- económica de los jóvenes, podemos observar que provienen de hogares desintegrados por diversas razones.
La incomprensión y violencia entre las parejas, ya sea por falta de educación, niveles de pobreza, predominante machismo y desconocimiento de derechos, arrojan a la juventud a una vida carente de estímulos, ilusiones y sueños frustrados.
Aquellos o aquellas que logran llegar a las aulas escolares, se encuentran con condiciones no óptimas para desarrollar su aprendizaje, encontrándose con aulas sucias, pupitres destruidos, ausencia de servicios básicos, maestros autoritarios e intolerantes a las críticas.
El Estado es indiferente a las demandas de estos jóvenes que requieren atención en materia de seguridad, servicios de salud, lugares de esparcimiento en su entorno, espacios educativos que promuevan el arte, la cultura y conocimientos básicos para tener una juventud plena.
Como no existen estas condiciones, los resultados que hay son aquellos en donde se refleja la deserción de los hogares, niñas y niños de y en las calles, la deserción escolar, la migración hacia otras naciones.
Entre otros aspectos problemáticos de la juventud, en materia de educación, es que esta ha decaído significativamente en los últimos 10 años y el país se encuentra discutiendo sobre la calidad de educación debido a los malos resultados del pre ingreso a la Universidad de Honduras.
En efecto, se ha venido percibiendo un descenso significativo en la calidad de la educación en los niveles medios, a través de los exámenes de admisión que aplica la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), dichos exámenes revelan que el 62% de quienes intentan ingresar a estas casas de estudios superiores, no cuentan con los conocimientos para aprobar el ingreso.
Ese resultado es producto de la vida escolar, desde las malas condiciones de la vida material, hasta el atraso de los planes educativos. El 36.2% de la población de 11 a 17 años no se encuentra matriculada, siendo especialmente notable el hecho de que el 39.1% de los hombres en este grupo de edad, no llegan a matricularse, en tanto, que entre las mujeres el 33.2% no llegan a matricularse. Además, la esperanza de vida escolar de un estudiante es de 10.8 años.
En el año escolar 2004 reprobaron en el sistema educativo de nivel medio, 21,335 alumnos que representan el 9.8% del total de la matrícula. En tanto, el número de estudiantes aplazados ascendió a 44,424 que representan el 20.5%. Por su parte, del sistema educativo desertaron 6,732 que representaban 3.1%. Llama la atención que los reprobados, aplazado y desertores son mayoritariamente del sexo masculino.
El escándalo más reciente es el concerniente a la deficiencia en las materias más importantes del pensúm, en que son notables las carencias del sistema en : español, matemáticas, ciencias sociales y ciencias naturales. Entonces, dos de cada tres estudiantes manifestaron deficiencia y a pesar de que en el país se está hablando de una reforma educativa.
En cuanto a la salud, si bien los jóvenes tienden a presentar los niveles más bajos de morbilidad en las principales enfermedades infectocontagiosas es por otra parte la población más amenazada por el alcoholismo y la drogadicción.
Participación política de los jóvenes:
Como corolario a todo lo anterior, no podemos dejar de denunciar la farsa que representan los procesos políticos, denominados “democráticos”. El papel de la juventud en los procesos políticos se reduce a pegar propaganda en las calles, afiliar personas para llenar un requisito del partido, objetos que ganan simpatía en los electores.
La participación no se da realmente en los procesos políticos que implican el tener la capacidad para la toma de decisiones que respondan a las necesidades de la sociedad.
Los grupos de jóvenes organizados por la sociedad civil, han comenzado en los últimos años a presentar a los candidatos a cargos de elección popular, la problemática de la juventud en forma de agendas.
Dimensiones del Problema de juventud:
1. Jóvenes Organizados en Maras y Pandillas
2. jóvenes victimas de ejecuciones Arbitrarias y sumarias
3. Violencia Intrafamiliar
4. Violencia Social
5. Enfoque de seguridad ciudadana, medidas represivas contra jóvenes.
6. Limpieza Social tolerada
Resumiendo podemos señalar que algunas causas generales de la situación juventud son:
1. Carencias de políticas de Estado para garantizar la seguridad ciudadana.
2. Debilidad institucional y falta de coordinación.
3. Sistemas de información fragmentados y desarticulados.
4. Lentitud en la tramitación jurídica.
5. Impunidad institucional y falta de credibilidad en las instituciones de seguridad y justicia.
6. Falta de confianza en la institucionalidad
7. Estado fallido
Propuesta Qué Hacer:
La situación reseñada y el recorrido realizado, permite extraer algunas enseñanzas que pueden ayudar a visualizar más acertadamente los temas que estamos analizando, y por esta vía, colaborar con el diseño de respuestas alternativas a ser implementadas en el futuro. Más allá de muchas otras que se podrían incluir, aquí importa destacar, solo algunos aspectos frente al fenómeno:
Objetivo:
1. Empoderar a la Juventud de sus derechos como jóvenes.
2. Visualizar la Problemática de la Juventud hondureña
3. Articular a los jóvenes y a las jóvenes en plataformas regionales para que enfrenten sus problemáticas y propongan soluciones
4. Trabajar en la modificación de la conducta y cultura vigentes en los medios masivos de comunicación, a través de la participación de los jóvenes y de los medios alternativos con que contamos algunas instituciones y organizaciones de derechos humanos.
5.- Crear un Observatorio para monitorear los grados de violencia contra los jóvenes.
6.- Elevar conjuntamente con redes locales y regionales “casos emblemáticos” ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos para su judicialización.
A continuacion se muestra las estadisticas de asesinatos que han ocurrido en Honduras durante los años 2005-2008, y se revela como la inseguridad en nuestro pais aumenta cada año que pasa:
Si quieres obtener mas informacion sobre lo que pasa sobre la inseguridad en Honduras visita las siguientes paginas:
http://www.americaeconomia.com/politica-sociedad/mundo/inquietante-situacion-de-inseguridad-en-honduras-cada-88-minutos-asesinan-un